Hablando de letras

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Somos hijos de nuestros padres

¿Quién no ha escuchado "eres hijo de tu padre", "hijo de tigre, pintito" o "de tal palo, tal astilla"? El refranero mexicano está plagado de referencias a nuestros progenitores, incluso con frases menos clásicas como: "Si así es su madre, ¿qué esperabas?". Comentarios como estos escuchamos numerosas veces en nuestra vida... ¿pero son ciertos?

Lo cierto es que no se puede "negar la cruz de tu parroquia"; con este refrán mexicano me refiero a negar tus raíces. Tus padres o las personas que te criaron te dieron cierta educación de acuerdo con distintos hábitos y creencias; incluso te pasaron sus prejuicios, sus miedos y sus preocupaciones, lo cual vuelve importante revisar los antecedentes de muchas creencias que cargamos, las cuales pueden estar equivocadas y se han perpetuado por la fuerza de la tradición familiar... Pero hablemos de cosas bonitas, también te pasaron su forma de reírse hasta que te duela la panza, su emoción ante las cosas bellas, su forma de divertirse y sus asociaciones entrañables con ciertos objetos.

¿Es entonces "nuestra cruz"? Sí y no. Nuestros padres dieron su vida por nosotros. Aunque parezca exagerada esta afirmación, desde que naciste hasta que ellos mueran (o tú mueras, si sucede antes que ellos), se preocuparán por ti en mayor o menor medida, buscarán tu bienestar e intentarán ayudarte a abrirte camino por la vida (aunque hay excepciones, como en todo). Cada quien lo hace a su manera, porque finalmente todos traemos nuestra propia educación cargando... quizás la forma de "apoyarte", o lo que ellos entiendan como tal, sea descalificándote, castigándote o regañándote; o, si tienes suerte, será aconsejándote sin ser invasivos, apoyándote a distancia y reconociendo todos y cada uno de tus logros. La forma de expresarse varía tanto como personas hay en el mundo.

Entonces, sí traemos todo lo que ellos nos legaron, pero renegar de ello o despreciarlo no hará que nos lo quitemos. Si tu madre es la persona más celosa que hayas conocido, decir que no serás así y simplemente negarlo puede llevarte a ser como ella cual Edipo, negando su suerte de tal forma que cae precisamente en ella, o puede llevarte a conseguir una pareja que lo sea, perpetuando así lo que aprendiste en casa. Para dejar de cargar estas "cruces ajenas" necesitamos comprenderlos. Debemos abrazar y reconocer que su forma de educarnos fue lo mejor que pudieron hacer con lo que ellos, a su vez, habían recibido de sus padres o figuras de autoridad.

Después de comprenderlos (que ya es en sí mismo un proceso sanador y muy fuerte), necesitamos reconocer qué nos sirve (el hecho de que te portes de forma cortés se lo debes a ellos) y qué no debemos continuar en nuestra vida: la depresión, la ansiedad, la desorganización o lo que sea. No es fácil, ni es bonito, pero es necesario...

Aunque, hábitos aparte o no, sin importar cuánto trabajes en cambiar, si te volviste alguien 100% diferente a ellos, si te fuiste a otro país y no los has vuelto a ver, o lo que sea que suceda, hay algo que es verdad: Siempre, siempre, seremos hijos de nuestros padres...